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Lunares.

En la terminología médica se conoce como “nevo”. Son lesiones de piel  en su mayoría benignas que presentan la gran mayoría de la población. Se forman cuando las células que proporcionan el color a la piel, llamadas melanocitos, crecen en grupos. La mayoría de los adultos presentan entre 10-40 lunares, pueden ser planos o elevados, redondos u ovalados, con bordes bien definidos y pueden presentar tonalidades variadas desde rosado, azul, marrón o negro. Se asocia a factores genéticos, sin embargo, la exposición solar es un factor determinante para la aparición de los lunares, es por ello que se insiste en los cuidados del sol. Pueden clasificarse como congénitos (presentes desde el nacimiento) y adquiridos.

Los lunares llamados “atípicos”  (nevos displásicos) son aquellos que presentan características no comunes y pudieran sugerir datos de malignidad.

Es importante tomar medidas para proteger la piel del sol, evitando lámparas solares, camas de bronceado y en general exponerse a la luz solar. Se deberán vigilar cambios en los lunares que incluyen: cambios en el tamaño, la coloración, forma y textura, así como presencia de comezón, sangrado o secreción. Se le conoce como la regla ABCDE de los lunares que significa:

A. Asimetría en alguno de sus ejes

B. Borde irregular

C. Cambio en el color ya no es uniforme

D. Cambio en el diámetro, mayor de 6 mm

E. Evolución, con cambios en el lunar

Tanto los nevos displásicos como los lunares comunes que cambian de características con el transcurso del tiempo, se quitan  mediante cirugía y se analizan para determinar si son benignos o malignos.

Dentro de las medidas preventivas para evitar el cáncer de piel, se encuentra la revisión rutinaria de la piel, esta consiste en la inspección de la piel de todo el cuerpo con la ayuda de un espejo y dividiéndola en regiones:

  •      Cara, cuello, orejas, piel cabelluda.

  •      Parte anterior y posterior del tronco.

  •      Uñas, palmas, antebrazos y brazos.

  •      Piernas, glúteos y área genital.

  •      Pies y plantas.

La revisión  está encaminada a la detección de nuevas lesiones como: lunares nuevos; pecas rojas o elevadas; cambios en la forma, color, tamaño de lunares ya existentes; dolor/ardor que no se quita; pequeños nódulos o bultos. Se puede llevar un diario anotando las fechas de las revisiones y los hallazgos encontrados que sirvan como futuras referencias en tus consultas dermatológicas.

Recuerda que, como parte fundamental de los cuidados de la piel, está la protección contra la exposición solar. Este manejo debe ser supervisado por un dermatólogo que te oriente y detecte cambios o aparición de nuevas lesiones.

En Arias y Adame Dermatología contamos con Dermato-Oncólogos expertos, quienes te orientarán sobre el cuidado de la piel y te harán una adecuada exploración de tus lunares.

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